Santo Domingo RD, –En la era de los clics, las tendencias y los “views”, es casi imposible mantenerse vigente en el ecosistema digital sin mencionar a Santiago Matías, conocido como Alofoke. Hablar bien o mal de él parece haberse convertido en una estrategia obligatoria para generar alcance, interacción y notoriedad. Desde programas de televisión, emisoras de radio y canales de YouTube hasta redes sociales, el nombre de Alofoke es citado como imán de audiencia.
El empresario y controversial influencer se ha convertido en el epicentro de la conversación nacional. Su figura, constantemente polarizante, ha dividido la comunicación dominicana en dos bandos: los que lo critican y los que lo respaldan, pero ambos se benefician del eco que genera su nombre.
Actualmente, incluir a Alofoke en una conversación digital es, para muchos, la forma más rápida y efectiva de generar ingresos a través de monetización, patrocinios o crecimiento de audiencia. Su impacto convierte cualquier mención en un potencial viral y coloca a los creadores de contenido en el radar del público y las marcas. En un mercado saturado, Santiago Matías es la garantía de visibilidad.
Periodistas de trayectoria, influencers emergentes e incluso figuras del ámbito político aprovechan su imagen para impulsar sus contenidos y ganar visibilidad. Alofoke no solo genera opinión: es hoy por hoy el algoritmo más efectivo para posicionarse en el mundo digital.
Para bien o para mal, Santiago Matías se ha convertido en el punto de referencia, el “topic” obligado, y el motor de miles de conversaciones en el país. En resumen, Alofoke no es solo una persona: es una fórmula de impacto.

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