Editorial: Algo debe pasar en Venezuela: la urgencia de una solución definitiva

La situación en Venezuela ha alcanzado niveles alarmantes, y es evidente que algo debe suceder para poner fin al régimen que Nicolás Maduro y Diosdado Cabello han impuesto sobre la nación.

Lo que estamos presenciando no solo es una crisis política, sino una profunda violación a los derechos democráticos y humanos de millones de venezolanos, especialmente de aquellos que osan oponerse al gobierno.

Durante años, el régimen ha recurrido a estrategias de persecución, represión y manipulación electoral para mantenerse en el poder.

Los líderes de la oposición son acosados, detenidos arbitrariamente o forzados al exilio, mientras el aparato gubernamental continúa concentrando el poder en manos de unos pocos.

Los medios de comunicación están amordazados, la economía está en ruinas y la ciudadanía vive en un estado constante de incertidumbre y desesperanza.

En este contexto, es evidente que la solución ya no puede ni debe venir únicamente del pueblo llano, que ha resistido heroicamente en las calles y ha sido sometido a una brutal represión. Las protestas masivas, a pesar de su valentía, han sido enfrentadas con una violencia desmedida por parte de las fuerzas de seguridad.

Cada manifestación es reprimida con un uso desproporcionado de la fuerza, demostrando que Maduro y Cabello están dispuestos a hacer lo que sea necesario para no ceder el control.

La responsabilidad de propiciar un cambio recae ahora en los militares, quienes históricamente han jugado un rol determinante en la política venezolana.

La Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), que ha sido un pilar de apoyo para el régimen, debe reconsiderar su postura y entender que su lealtad no puede ser a un grupo de personas, sino a la nación y sus ciudadanos.

Es fundamental que los militares reconozcan el sufrimiento del pueblo y se den cuenta de que el país necesita un cambio urgente, no más represión.

Este no es un llamado a la violencia ni a un golpe de Estado indiscriminado; es un llamado a la conciencia de aquellos que tienen el poder y la capacidad de actuar. Venezuela necesita una salida institucional, y los militares deben ser parte de la solución.

Su intervención podría abrir las puertas a un proceso de transición que lleve al país hacia unas elecciones libres y justas, donde los venezolanos puedan decidir su futuro sin miedo ni coacción.

La comunidad internacional también juega un papel crucial en este momento. No es suficiente con sanciones económicas o declaraciones de condena; se necesita una presión coordinada y efectiva que apoye una salida negociada y pacífica, que obligue a Maduro y Cabello a aceptar una transición democrática.

La cooperación de países vecinos y organismos internacionales puede ser el respaldo que la oposición y las fuerzas armadas necesitan para actuar con firmeza.

En definitiva, algo debe pasar en Venezuela, y debe suceder pronto. La historia no perdonará la inacción de quienes tienen en sus manos la posibilidad de cambiar el destino de una nación que merece vivir en paz y libertad.

Los militares tienen la oportunidad de redimir su papel y convertirse en los defensores de la democracia, dejando de ser cómplices de un régimen que ha traído miseria y desesperanza a su propio pueblo. La solución no puede esperar más; Venezuela necesita un cambio y lo necesita ya.

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