Se acabó la espera, la más prolongada del deporte dominicano y una que exigió la paciencia de Job. La ley de Murphy (esa que asegura que si algo malo puede pasar pasará) no aplica más para las Estrellas Orientales.
En el trayecto de 51 años entre enero de 1968 y 2019, siete hombres ocuparon la presidencia de la República y hubo 13 elecciones, nació el 78% de la población dominicana de hoy según la CIA, aparecieron los celulares, la TV a color, las computadoras, la Internet, el país ingresó a la Serie del Caribe, montó dos Juegos Centroamericanos y del Caribe y hasta unos Panamericanos.
El miércoles 23 de enero, cinco décadas después, las Estrellas se quitaron el pesado mono de la espalda, enterraron la maldición que a los Cachorros les tomó más de un siglo y a los Medias Rojas 86 años. Sí, inexplicablemente en cualquier disciplina que no sea el suigéneris béisbol, la novena que nació en San Pedro de Macorís en 1910, la provincia que ha parido más peloteros per cápita del mundo, tierra de Sammy Sosa, Robinson Canó, George Bell, Pedro Guerrero, Tony Fernández, Juan Samuel, Alfredo Griffin, Tetelo Vargas, Rafael Batista y Johnny Cueto.
Dirigido por un petromacorisano histórico, Fernando Tatis II, el núcleo encabezado en el terreno por José Sirí, un monteplatense prestado de los Gigantes, los matrícula Serie 23 Fernando Tatis III, Junior Lake y Miguel Ángel Sanó rompió el maleficio, ayudado con un efectivo apoyo cubano (esos que trajeron el béisbol al país por el puerto de San Pedro a finales del siglo XIX) en Yunesky Maya, Néstor Cortés y Yasmany Tomás, la espera que parecía eterna llegó a su fin.
Desde 1968, por la novena verde pasó talento como Julio Franco, Alfonso Soriano, Vladimir Guerrero, Canó (en el dugout ayer, impedido de jugar), César Cedeño, Griffin, Félix José, Luis Mercedes, Joaquín Andújar y Armando Benítez sin que se pudiera poner a la sufrida fanaticada verde a gozar en el Macorís del Mar.
Eso se acabó ayer. No fue a la tercera oportunidad, ni a la quinta, tampoco a la décima. La oportunidad llegó en la ocasión 13, ese tan poco deseado número, pero que esta vez fue el de la suerte.
El juego final
El zurdo cubano Néstor Cortés lanzó seis entradas de cinco inofensivos hits, José Sirí no pudo faltar a la cita final con dos vuelta producida para comandar el triunfo 4-0, en el sexto partido de la serie pactada a un 9-5.
Con un parque Francisco Micheli repleto de gorras y banderas verdes, disfrazado en sus tribunas del Tetelo Vargas, los orientales completaron el 5-1 con blanqueada en los últimos dos partidos.
El triunfo otorga a los paquidermos el derecho de representar al país por primera vez en la Serie del Caribe, una que está programada jugarse en Venezuela a partir del dos de febrero, pero cuya celebración es hoy una gran interrogante.
Es el quinto equipo que gana en los últimos cinco torneos tras hacerlo los Gigantes en 2015, el Escogido en 2016, Licey en 2017 y las Águilas en 2018. Desde 2011 a la fecha las seis franquicias levantaron la corona, con los Toros en 2011.
Fue el segundo triunfo para Cortés en la serie. En una serie donde el pitcheo, la defensa y el bateo oportuno marcaron la diferencia. Los elefantes sobreanotaron 28-17.
El abridor panameño Paolo Espino, que toleró volvió a dominar cuatro entradas, pero el combustible se le acabó en el quinto. El venezolano Daniel Mayora abrió la entrada con doble al jardín izquierdo, avanzó a la antesala con rodado a segunda de Yasmany Tomás y anotó con imparable al derecho de Sirí.
En el sexto, Miguel Sanó abrió con doblete al izquierdo ante Espino. Subió a lanzar Darío Álvarez, que toleró hit productor al venezolano Héctor Giménez para el 2-0.
El ataque retornó en el séptimo. Tomás pegó hit, entró a correr Emilio Gustavé, que se robó la intermedia y Gustavo Núñez recibió boleto de Michael Dimock. Subió a lanzar Jhan Maríñez, que hizo un lanzamiento salvaje y entró el corredor de segunda para luego Sirí batear imparable productor detrás de primera.