Santo Domingo RD, –En nuestra sociedad, abundan las frases de aliento y los gestos de aparente apoyo. Sin embargo, detrás de muchas sonrisas y palabras de motivación, se esconde una verdad incómoda: hay quienes celebran tu progreso solo mientras no supere el suyo.
El dicho popular “todos te quieren ver bien, pero nunca mejor que ellos” refleja una realidad humana que atraviesa todos los estratos: la envidia disfrazada de amistad, la competencia encubierta entre colegas, e incluso la incomodidad silenciosa de quienes deberían alegrarse por tu éxito.
Vivimos en tiempos donde las redes sociales amplifican esta dinámica. Una foto de un logro, un ascenso, un emprendimiento exitoso o una nueva etapa personal puede desatar felicitaciones públicas, pero también críticas veladas, comparaciones injustas y hasta campañas de descrédito. Esa incapacidad de alegrarse genuinamente por el otro revela lo mucho que nos falta como sociedad para entender que el progreso individual no significa derrota colectiva.
El reto está en cambiar la mentalidad. Aprender a celebrar los triunfos ajenos con sinceridad, entendiendo que cuando a alguien le va bien, abre caminos para otros. No se trata de competir, sino de crecer juntos. Un país, una comunidad, una familia, se fortalecen cuando el éxito deja de ser motivo de rivalidad y se convierte en inspiración compartida.
Porque al final, el verdadero bienestar no se mide en quién está mejor que quién, sino en cuánto avanzamos todos como sociedad. Y eso empieza por una lección simple: alegrarse de corazón por los logros de los demás.

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